¿Alguna vez te han dicho algo tantas veces (por ejemplo, que eres demasiado tranquilo) que has pensado que al final te lo vas a terminar creyendo? No vas desencaminado. Hoy hablamos del efecto Pigmalión.
¿Qué es el efecto Pigmalión?
El efecto Pigmalión, también conocido como la “profecía autocumplida», es aquélla influencia que las altas o bajas expectativas de otras personas tienen en tu rendimiento, tanto positiva como negativamente.
Este fenómeno explica por tanto el impacto que tienen las creencias de los demás sobre tus propias creencias y capacidades y cómo influyen sobre lo que puedes o no puedes lograr.
En otras palabras, el hecho de que otras personas te vean como una persona capaz de hacer algo, incrementa la probabilidad de que tú acabes haciéndolo. Y de la misma manera ocurrirá al contrario: si alguien te ve como una persona no válida, hará que con alta probabilidad finalmente no te sientas capaz y no lo hagas.
Este efecto explica cómo las expectativas que otras personas tienen sobre ti pueden ser integradas en tu propio sistema de creencias y acaben cumpliéndose, influyendo por tanto en tu propia percepción de capacidad o incapacidad.
¿Cómo puede afectarme?
No debes tomarte este fenómeno a broma, ya que puede tener cierto efecto sobre ti.
Debes saber que al efecto Pigmalión también se le conoce con el nombre de “profecía autocumplida”, ya que, cuando otras personas determinan o estiman cómo eres, cómo vas a actuar o qué vas a conseguir, es probable que estas expectativas se acaben cumpliendo o confirmando, y acabes siendo, actuando o consiguiendo lo que ellos predicen.
Quizá con un ejemplo puedas verlo mejor: imagina que durante mucho tiempo te dicen que eres una persona desorganizada (aunque realmente puedas no serlo y pueda haber mil explicaciones detrás de esa aparente desorganización). Al final, como resultado de escuchar esto repetidamente, confirmarás esa teoría o etiqueta de forma inconsciente, ya que acabarás convirtiéndote en una persona desorganizada y siendo coherente con esa “profecía”.
¿Pero por qué ocurre esto? Fácil: porque lo has escuchado y al final has aprendido que lo eres. Por otro lado, se pueden caer en líneas de pensamiento del siguiente estilo: y es que si crees que no puedes ser de otro modo, ¿para qué vas a cambiar o te vas a esforzar en ser lo contrario?
Esto sucede porque la imagen que tú tienes de ti está muy influida por la forma en la que otras personas te ven, te perciben, te sienten o piensan que eres.
Las creencias ajenas tiene un gran impacto en tus propias creencias y en tu autoestima en general, gracias a la “profecía autocumplida”, y es que cuando otras personas creen ciertas cosas de tí, acabarán provocando que te comportes de acuerdo a esa creencia o a eso que esperan de ti.
Para hacerlo más sencillo de comprender, visualízalo: si tu mánager te ve como una persona capaz, con talento, que transmite confianza y con posibilidades de hacer crecer a los demás, ¿no crees que será más probable que tú acabes confirmando su expectativa?
Por un lado, él te dará más tareas y oportunidades en las que podrás expandir y poner a prueba tus capacidades, te cederá más responsabilidades y más posibilidades para crecer. Al final, tú interiorizarás la confianza que depositan en ti y la idea de “soy bueno/a en mi trabajo”. Aprovecharás todas esas oportunidades y tratarás de confirmar esa creencia sobre ti. Por tanto, esas expectativas que tenía tu mánager sobre ti acabarán influyendo en la visión que tienes de ti mismo y también en tus resultados.
¿Cómo puedo evitar sus efectos negativos y potenciar los positivos?
Para evitar las consecuencias del efecto Pigmalión, el primer paso es hacer un ejercicio de autoexploración para descubrir cuáles son las expectativas reales que tienen o tienes sobre ti y por qué: explora la realidad que hay detrás de esa expectativa y busca los hechos que la sustentan o respaldan.
Después, presta atención y cambia el modo de expresar y de formular esas afirmaciones, opiniones o preguntas, sin olvidar la actitud con las que lo dices, cómo lo dices. Y esto implica revisar tu mensaje y tu lenguaje corporal y paraverbal: la forma de mirar y el tono de voz con el que transmites lo que quieres decir.
Y por último, no dejes de valorarte por lo que eres, identifica cuales son tus habilidades, que te representa y define tu identidad, y no tanto por lo que haces o por lo que tienes. Te ayudará a que te sientas empoderado y a que mejore tu autoestima y actitud ante la vida.
Con estos tres tips conseguirás gestionar el efecto Pigmalión y no dejarte arrastrar por las expectativas o creencias que los demás puedan generar en ti mismo.
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