Seguro que más de una vez has escuchado frases como “tienes que ser más positivo”, o “el mundo es de los optimistas”. Y es que para muchos, el optimismo es una manera de afrontar la vida. Pero, ¿Cómo definiríamos esta corriente?
¿Qué es el optimismo?
La Psicología Positiva ha avanzado mucho en la definición de lo que es el optimismo y las herramientas necesarias para potenciarlo. Sabemos que lo realmente interesante es lo segundo, pero primero vamos a profundizar en la definición.
Probablemente asocies el optimismo a conceptos como la esperanza, tener una visión positiva del futuro o la capacidad de ver el lado positivo de las cosas. Es más, seguro que te suena la expresión “ver el vaso medio lleno o medio vacío”.
El optimismo es percibido como una actitud, una capacidad de respuesta y también como una fortaleza personal, esa capacidad asombrosa para afrontar incluso las situaciones más difíciles con una sonrisa que transmite una profunda confianza en que todo va a salir bien. Y aun no saliendo bien, tampoco pasaría nada ya que el optimista sentiría que al menos lo ha intentado.
El psicólogo Martin Seligman propone que la diferencia entre pesimistas y optimistas reside en su estilo explicativo. En otras palabras, tu nivel de optimismo depende de qué explicación te des a ti mismo sobre por qué suceden las cosas en tu mundo, por qué reaccionas como reaccionas, y por qué algo te ha salido bien o mal.
Por tanto, el estilo explicativo bajo el que damos sentido a las cosas que nos pasan se basa en tres dimensiones, y optimistas y pesimistas se sitúan en los polos opuestos de cada dimensión:
La permanencia: permanente vs. transitorio.
La ubicuidad: específico vs. universal.
La responsabilidad: externa vs. interna.
Si te suena un poco raro no te preocupes, te lo traducimos: el optimista tiende a explicar el fracaso como algo transitorio, que no influye en su valoración como persona, afecta solo a un determinado ámbito de su vida y que depende de las circunstancias. Por tanto, siguiendo las dimensiones del estilo explicativo, el optimista afronta la adversidad como algo temporal, pone la causa externa y considera que solo afecta a un aspecto específico de su vida.
Por el contrario, el pesimista reacciona ante los contratiempos de la vida justo desde el polo opuesto: la adversidad la afrontará como algo que permanece durante mucho tiempo (permanente), interpretará que lo que le pasa es culpa suya o es él quien no sabe manejar la situación (interno) y anticipa un impacto negativo en todos los aspectos de su vida (universal).
Esta tendencia no solo se observa respecto a los acontecimientos negativos, sino que se repite de forma opuesta ante situaciones de éxito. De ese modo el optimista interpretará el éxito como algo permanente y universal, y considera que los resultados obtenidos dependen de su competencias y acciones personales. Sin embargo el pesimista, adopta la posición contraria, en tanto que considera fruto del azar los resultados positivos, éstos los considera transitorios o temporales y específicos (“lo conseguí ahora, pero no creo que se vuelva a repetir”).
Estas formas de interpretar o explicar lo que nos pasa, repercuten en nuestro comportamiento, en nuestro estado de ánimo y en nuestra salud física. Por tanto, numerosos estudios nos confirman que reducir el pensamiento pesimista impacta directamente en el rendimiento deportivo, en los ratios de ventas comerciales, en el bienestar psicológico y en la probabilidad de sufrir o desarrollar enfermedades físicas y mentales.
Cómo nos enfrentamos a los contratiempos (seguimos intentándolo o tiramos la toalla), cómo interpretamos el error (como una oportunidad para aprender o como un fracaso), si confiamos y creemos en nuestras competencias y cualidades (ponemos el control dentro o lo ponemos fuera), nos dará pistas para ver si estamos ante una actitud optimista o pesimista.
¿Cómo puedo potenciar el optimismo?
Si después de haber analizado cómo reaccionas ante ciertas situaciones descubres que eres una persona más bien pesimista, te estarás preguntando: ¿y cómo puedo potenciar el optimismo?
Primero, debemos abordar algunos mitos:
El optimista siempre es optimista, y no le cuesta serlo. El optimismo es una fortaleza personal, que hace al optimista pensar de una determinada forma, pero eso no significa que no tenga que hacer un esfuerzo consciente para activar o mantener ese optimismo. Del mismo modo,también puede experimentar frustración y decepción ante el fracaso, pero se recuperará pronto y no permitirá que esto le afecte a futuro.
El optimista no ve los problemas, y en caso de que los vea deja que se solucionen solos. Ser optimista no implica negar las dificultades de la vida, sino afrontarlas de forma realista y eficiente. Solo si tienes confianza en que ese bache es algo temporal y tienes capacidad de sacar lo mejor de cada situación, entonces estarás motivado para poder ver los problemas de frente. Del mismo modo, atribuir el éxito a tu esfuerzo y habilidades personales, ser capaz de construir una imagen positiva de ti mismo, te dará la confianza suficiente para aceptar nuevos retos y conseguir mejores resultados.
Las claves para potenciar el optimismo en el mundo laboral no tienen que ver tanto con imitar un modelo teórico o intentar motivar al resto de la plantilla, sino que tiene que ver con dar las herramientas necesarias para detectar ese diálogo interno o pensamiento negativo y reemplazarlo por un enfoque positivo basado en la relativización de los sucesos, la confianza en los recursos personales y la capacidad de gestionar las emociones en los momentos difíciles.
Si encuentras que te cuesta interpretar la realidad desde una mirada “más positiva”, tu confianza no está en el nivel que requieren tus retos u objetivos y que te cuesta afrontar las emociones que se disparan en momentos difíciles, puedes contar con la ayuda de un coach para trabajar esa fortaleza tan deseada y beneficiosa que es el optimismo.
Analytics and Reporting